¿Cómo enfrentar la creciente violencia en los colegios? Un programa que funciona
Paz Educa, una iniciativa con 17 años de trayectoria, ha logrado mejorar la convivencia en establecimientos educacionales del país.
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Videos y más videos se sumaron el año pasado para revelar un fenómeno que ha acompañado lamentablemente el retorno de las clases presenciales: el aumento en la violencia escolar. La Superintendencia de Educación ha detectado un alza de un 38% en las denuncias por maltrato entre estudiantes en comparación con lo ocurrido en 2018 y 2019.
La psicóloga y doctora en Ciencias de la Educación, Claudia Carrasco, afirma que este incremento responde al confinamiento que se vivió en el mundo por la crisis sanitaria. “Esto trajo una ruptura en los lazos sociales, se quebró el vínculo de las relaciones e interacciones entre niños”, explica y, además, se generó una intensificación emocional simple, donde “todo el mundo anda a flor de piel”.
Directivos de establecimientos educacionales han puesto en marcha distintos programas con el fin de reducir los actos violentos en esos recintos. Uno de ellos es Paz Educa, una iniciativa que surgió en 2005 de la mano de Paz Ciudadana, luego de que Adimark lanzara una encuesta que reveló que la mayor parte del maltrato recibido por niños y niñas era causado por otros menores de edad.
El punto de partida de la iniciativa fue el modelo estadounidense Positive Behavior Intervention and Support de la Universidad de Oregon, que data de 1995.
La primera versión de Paz Educa consistió en un piloto en tres establecimientos municipales de Puente Alto entre 2005 y 2007. En las encuestas administradas a los alumnos se observaron buenos resultados: este sistema se tradujo en una disminución de un 34,7% de los incidentes violentos. Los golpes entre estudiantes, los robos de artefactos personales, el destrozo intencional de material del colegio, fueron algunas de las situaciones que disminuyeron.
Desde entonces, explica la directora de Área de Prevención e Innovación de la fundación, Gayle Mac Lean, se han llevado a cabo diferentes versiones del programa en 2.123 establecimientos en distintas comunas del país, tanto urbanas como rurales. En la mayoría de los casos evaluados, se ha visto una baja de la violencia de entre 15% y 40%.
Uno de los ejes de la metodología es que las sanciones dejen de ser punitivas y pasen a ser formativas. Los castigos de siempre quedaron atrás y se empezó a dar mayor énfasis al reconocimiento de las faltas, para que los estudiantes se den cuenta de sus errores, pudiendo remediarlos.
Participación de todos los estamentos
Paz Educa llegó en 2017 al colegio polivalente Novo Horizonte de Quilicura. Alejandro Campos, su director, comenta que la implementación del programa los ayudó como escuela y que incluso, los subió de categoría. “Los Indicadores de Desarrollo Personal y Social (IDPS) del Simce reflejaron una mejoría de un año a otro. Estábamos categorizados como insuficientes y pasamos a medio bajo con la implementación del programa, gracias a la mejora de la convivencia escolar”.
El director dice que el primer cambio realizado en la escuela fue implementar una gestión participativa de la comunidad escolar, apoderados, directivos, profesores y alumnos. Esto mediante el refuerzo de los vínculos positivos entre los estamentos de la escuela a través de capacitaciones y conversaciones. “La participación de las familias es importante”, afirma.
Crearon un nuevo manual de convivencia escolar con un cambio clave: que las sanciones dejaron de ser punitivas y pasaron a ser formativas. Los castigos de siempre quedaron atrás y se empezó a dar mayor énfasis al reconocimiento de las faltas, para que los estudiantes se den cuenta de sus errores, pudiendo remediarlos.
Los espacios comunes también se vieron intervenidos. En los lugares más solos del colegio se instalaron juegos e implementaron un sistema de supervisión activo de adultos, en donde profesores o miembros de la directiva escolar se pasean por los lugares comunes para velar por el bien de los estudiantes.
Paz Educa salió del colegio el año 2020, pero el director comenta que el programa les dejó las herramientas necesarias para seguir trabajando en la convivencia escolar.
En 2019 Paz Educa llegó a distintos establecimientos municipales de la comuna de Peñalolén. Es así como se instaló en el Colegio Unión Árabe, el cual cuenta con aproximadamente 500 alumnos de prekinder a octavo básico. “Al principio nos costó familiarizarnos con el programa, pero de a poco logramos adecuarnos”, afirma Carmen Gloria Sepúlveda, orientadora y encargada de la convivencia escolar del establecimiento.
La creación del comité escolar y las evaluaciones diagnósticas para tener un catastro de cómo se sienten los alumnos dentro del colegio, fueron los primeros pasos.
Mientras los meses avanzaban, se fue modificando el manual de convivencia escolar. Al igual que en el colegio Novo Horizonte, las sanciones pasaron a ser formativas, en donde los alumnos en vez de ser mandados directamente a rectoría o a reunión con sus padres, se les da la oportunidad de entablar una conversación con las autoridades para que se den cuenta de sus faltas. Además, esporádicamente los mandan a hacer trabajos colaborativos que aporten al colegio, como regar las jardineras.
También, se intervinieron las salas de clases, patios y espacios comunes, donde se colgaron carteles con los comportamientos esperados y con la manera que deben convivir los alumnos, reforzando los valores del colegio como el respeto, la solidaridad, tolerancia, entre otros. Por último, se puso un mayor énfasis en la comunidad escolar, no solo a los agresores y agredidos.
En julio de este año el programa llegó a su fin, pero Carmen Gloria cuenta que Paz Educa les dejó una plataforma que los va nutriendo de información en cuanto a conflictos y así pueden focalizarse en los cursos más problemáticos.
“Todavía falta que Paz Educa nos entregue la evaluación final, pero nosotros igual hemos hecho encuestas internas y hemos visto una disminución en cuanto a la violencia escolar”, declara la orientadora.
Cómo funciona el modelo
La metodología del programa contempla uno o dos años en los establecimientos seleccionados. “El objetivo es instalar capacidades, conocimientos y herramientas para que el equipo directivo y docente pueda seguir trabajando en la convivencia escolar luego de que el programa haya terminado”, recalca Gayle Mac Lean.
Y si bien se ajusta a las necesidades de cada establecimiento, hay una pauta principal, que incluye una evaluación de diagnóstico inicial y de salida que les permite conocer si obtuvieron los resultados esperados; un sistema de monitoreo que revisa y evalúa la implementación y el cumplimiento de los procesos que se diseñaron y planificaron para los distintos establecimientos. Por último, en el mismo recinto se establece un comité enfocado en convivencia escolar con miembros de distintos estamentos de dicha comunidad.
En todas las versiones de Paz Educa se tienen cuatro principales ejes de formación con los que trabaja el comité de convivencia escolar: disciplina formativa, sistema de información, prevención focalizada y prevención situacional, que se refiere a los espacios públicos en el establecimiento escolar.
Otros caminos
El gobernador regional metropolitano, Claudio Orrego, junto a la Fundación Semilla, lanzaron un proyecto focalizado en promover la formación de líderes por la no violencia. Este se centra en profesionales de la educación de establecimientos donde han ocurrido hechos de violencia y en estudiantes de enseñanza media.
La ides es capacitar a 900 docentes y 5 mil estudiantes secundarios de establecimientos de la Región Metropolitana.
“Preocupados por todos los temas que tienen que ver con la violencia estudiantil y los niveles de agresividad en niños, decidimos intervenir de una manera creativa y propositiva”, comenta Orrego.
El presidente de la fundación, Marcelo Trivelli, explica que como institución ya implementaron un programa de convivencia escolar en la región que entregó favorables resultados. En este se vio una mejora en la comunicación de la comunidad, aumentó la asistencia de los alumnos, se recibieron herramientas para apoyar a quienes sufren de bullying y sirvió para que los estudiantes puedan asumir como líderes positivos.
El programa es un trabajo en conjunto con la Seremi de Educación, donde participarán establecimientos educacionales de 46 comunas de la Región Metropolitana. Específicamente 250 municipales, 200 subvencionados y 50 privados. Trivelli recalca que quiere expandir el programa y llevarlo más allá de la capital. “Esperamos próximamente implementar proyectos adaptados a las realidades regionales en el Maule y Biobío y hemos iniciado conversaciones en Magallanes y Antofagasta”.
En paralelo, el Ministerio de Educación está trabajando en su nuevo programa “Seamos Comunidad”.
Marco Antonio Ávila, ministro de Educación, comenta que con este pilar se busca atender los aspectos socioemocionales, de equidad de género y salud mental en las comunidades educativas. “Esto implica la realización de una serie de cursos, tutorías, talleres, entre otras acciones, que tienen por objetivo fortalecer las habilidades y competencias de los equipos educativos”, explica la autoridad.
Una de las iniciativas que ya se puso en marcha es el Programa Territorial en Crisis y Convivencia Escolar en las 60 comunas del país que registran las situaciones más críticas en relación a violencia escolar.
También se están desarrollando “más de 300 talleres formativos presenciales para profesores de todas las regiones del país, con cupos para 23.880 docentes y asistentes de la educación”, agrega el ministro.
La experiencia en Estados Unidos
El estadounidense Jeffrey Sprague -académico experto en violencia escolar- empezó a gestar el modelo Positive Behavior Intervention and Support (PBIS) en 1995 junto a la Universidad de Oregon. Este programa se ha implementado en un 25% de los recintos escolares de Estados Unidos y ha tenido un gran alcance a nivel mundial. “Hemos llegado a distintos países, como Chile, Noruega, Islandia, Dinamarca, Holanda, Canadá, entre otros”, comenta el experto.
“Nuestro programa se centra en crear un ambiente seguro para los estudiantes, en aumentar la sensación de seguridad dentro de las escuelas”, dice Jeffrey Sprague.
“El modelo que teníamos antiguamente era actuar después de que algo malo haya pasado y eso no podía seguir así”, afirma, y rememora la ola de preocupación que había por el clima escolar en los establecimientos educacionales.
Estudios señalan que en las escuelas que se ha implementado el programa, la percepción de seguridad ha aumentado en un 15%, mientras que las derivaciones a inspectoría disminuyeron entre un 20% a un 60%.
Periodismo de soluciones
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